¿Tomas decisiones cada día? Apuesto a que sí.
Personales y profesionales: desde qué se cena en casa hoy hasta a quién contratas para gestionar tus redes sociales.
Las hay que son fáciles, y otras que te sacarán de quicio.
Pero son inevitables si queremos avanzar.
Además, está el tema de la infoxicación (o sobrecarga de información).
A menudo, tantos datos y opciones nos causan la documentada “parálisis del análisis”.
Y eso te lleva a un bucle infinito del que parece difícil salir.
¿Entonces? ¿Qué puedo hacer?
Fácil.
Seguir tomando decisiones.
Piensa que a veces tomarás una buena decisión, y mirarás hacia atrás y te felicitarás por haberlo hecho.
Otras, no.
Pero habrás aprendido algo.
Lo que no puedes hacer es detenerte.
Estos consejos te ayudarán a tomar tus decisiones con confianza y en menos tiempo.
7 tips para tomar decisiones en tu clínica (con calma y seguridad).
El objetivo es intentar tomar la mejor decisión posible en un momento determinado.
¿Cómo lo haces? Siguiendo estos pasos…
1. Acepta que no hay “respuestas correctas”.
Deja de buscar.
Solo hay una respuesta adecuada al momento actual, en base a la información que tienes disponible.
No le des más vueltas.
2. Limita la cantidad de información.
Siempre se nos dice que debemos estar informadas para poder tomar las decisiones adecuadas.
Y eso es muy cierto.
Lo que ocurre es que, hoy en día, la información que tenemos a nuestra disposición no tiene fin.
Y llega un momento en que cruzamos el umbral de «no retorno».
La información nos desborda.
Puede que hayas hecho mucha investigación sobre un tema y hayas superado el punto que solemos definir como la “decisión informada”.
Puede que hayas hablado con varias compañeras de clínica o colegas, y que cada una de ellas te haya dado una opinión totalmente distinta.
Al tener demasiada información sobre la mesa, estás dificultando el proceso de toma de decisión.
Además, debes tener en cuenta que la mayoría de decisiones que tomamos son fácilmente reversibles.
Como no nos damos cuenta de eso, les ponemos mucho más peso del que en realidad tienen.
Si intentas limitar la toma de decisiones de poco valor a no más de dos minutos, te resultará mucho más fácil salir adelante.
3. Dale poder al diablillo que viaja sobre tu hombro.
Escúchale cuando te dice que salgas de tu zona de confort y que utilices tu creatividad e imaginación para hacer las cosas de manera distinta.
Te propongo lo siguiente, si tienes que decidir entre diferentes opciones, incluye una opción que sea diametralmente opuesta a lo que tú harías normalmente.
Ahora imagínate que ya has tomado esa decisión y que estás viviendo con sus consecuencias.
¿Cómo te visualizas?
Este ejercicio obligará a tu cerebro a desafiar tus ideas y a ayudarte a definir otros aspectos que no hubieses tenido en cuenta de otro modo.
4. Analiza los pros y los contras.
Sí, parece una pérdida de tiempo.
Pero si te enfrentas a la decisión de si ampliar tu clínica o no hacerlo, en esta precisa coyuntura, crear una lista con los pros y los contras, te ahorrará mucho tiempo al final.
Plasmar las ventajas y desventajas de cada decisión sobre el papel, te permite ver físicamente qué “columna” te parece más atractiva.
Esta táctica es también muy útil para pequeñas decisiones.
En esos casos, no hace falta ni que lo escribas, con una lista mental rápida de tus pros y tus contras, te resultará fácil determinar qué es lo peor y lo mejor de cada una de las opciones en un instante.
5. No dejes que tus emociones controlen el proceso.
Que no te quepa duda: las emociones van a intentar entrometerse en tu proceso de toma de decisiones.
Aún es más, algunos estudios demuestran que las emociones desencadenadas por otros acontecimientos que no tienen nada que ver con la decisión que vas a tomar, también influyen.
Imagínate que llevas un mal día.
A los niños no había manera de despertarles, y cuando lo consigues, un despistado va y te da un golpe en un semáforo de camino al centro, donde ibas a hacer cuatro recados y a visitar a tu asesor. Tienes que llamar a la grúa… En fin, ya sabes, un día de esos…
Afortunadamente, tienes tiempo y llegas a la reunión puntual.
Han pasado dos horas desde el incidente matutino.
En teoría, todos esos nervios, ansiedad, y ganas de estrujarle el pescuezo a alguien, tendrían que haberse disipado.
Pues no.
Los estudios de los que te hablaba sugieren que no lo conseguimos.
Y que esas emociones provocadas por acontecimientos sin ningún tipo de relación pueden influir en nuestro proceso de toma de decisiones.
Intenta encontrar un punto emotivo neutral, y actúa.
6. Fuerza la decisión.
En ocasiones, tienes que decirte: Enough!
¡Basta ya de tanto analizar el tema!
En lugar de dejar que tu mente analice las opciones hasta el agotamiento, fuérzate a tomar una decisión.
O sea, ponte una fecha límite para tomar X decisión. Y cúmplela 😉
7. No mires hacia atrás.
Lo hecho, hecho está.
No te sirve de nada darle vueltas, arrepentirte o lamentarte.
Aprende del resultado obtenido y prepara tu siguiente paso.
Mantener el foco en tus objetivos es esencial para tomar decisiones de manera inteligente.
Y a ti, ¿te cuesta tomar decisiones?
¿Te «atascas» con facilidad o pasas a la acción rápidamente?
Te leo en los comentarios.