Si quieres conseguir el respeto de los demás, es fundamental que seas una persona disciplinada.
Y esta cualidad la tienen poquísimas personas.
De hecho, ¡son pocos los que tienen autodisciplina suficiente como para levantarse muy pronto por la mañana!
Pero si tú eres distinta, si cumples tus compromisos, si llegas con tiempo, si llamas cuando tienes que llamar, si te levantas pronto para organizarte, etc… tienes ventaja, y mucha.
Con esa capacidad de hacer las cosas y hacerlas bien a la primera, vas a atraer contactos, oportunidades y recursos que ni te hubieses imaginado.
Todo esto es una cuestión de autodisciplina.
Enfocar el 100% de tu autodisciplina a una labor concreta, es como tener un poder mágico.
Y, de hecho, suele ser mucho más fácil de lo que parece.
Cómo incorporar la disciplina a tu vida (o potenciarla).
¿Qué tienes que hacer para conseguir esos niveles superiores de autodisciplina?
Lo primero es crear un ambiente que te apoye.
Un ambiente que no te distraiga cada cinco minutos, y que te permita centrarte en tus tareas.
Y cuando te sientas lo suficientemente cómoda como para actuar, sigue estos puntos:
1. Ten confianza en tus habilidades.
La percepción que tienes de ti misma va a dictar tu capacidad para actuar.
Si te pasas todo el día pensando: “No soy una persona disciplinada” , “No tengo autocontrol”, “Nunca voy a dejar de posponer tareas” …
Es cierto: nunca vas a conseguir tus objetivos.
Tienes que empezar a verte a ti misma como un ser disciplinado antes de poder empezar a actuar.
Decide ser disciplinada.
Habla de ti misma como si fueses disciplinada.
Tienes que empezar con tu mente para poder programar tu comportamiento.
2. Acepta la responsabilidad total por los resultados de tu clínica.
Deja de culpar a la economía, a la falta de tiempo, a tu equipo, o cualquier cosa que te dé permiso para convertirte en una víctima de las circunstancias.
Una víctima nunca va a ser una empresaria exitosa. Y punto.
Reconoce que tienes todo el poderío que necesitas para que tu clínica tenga éxito y comprométete a luchar por ese poder que necesitas.
3. Deja de resistirte al trabajo que no puedes evitar.
Cuando te pones a hacer el trabajo que preferirías no tener que hacer, y empiezas a posponerlo y a pedirle al universo que haga algo para que desaparezca por arte de magia, sólo consigues ponértelo más difícil para encontrar la disciplina necesaria.
Cuanto más fuerte sea tu deseo de no hacer esa tarea, peor te sentirás acerca de ese trabajo.
Esto te lleva a la procrastinación, que obstruye todas las áreas de la productividad y la excelencia, y te impide obtener los resultados deseados.
La mejor manera de superar este problema es aceptar que tienes que hacerlo.
Así de fácil.
Acepta que no te gusta, pero que debes hacerlo porque sabes que tiene que ser así.
Y al terminar, entonces sí que puedes dedicarte a lo que te apasiona con unas ganas locas.
Retira la resistencia, y todo lo demás se solucionará por sí solo.
Y, en cuanto puedas, delega.
4. Recuérdate tu «por qué» cada día.
Para mantener tu disciplina es necesario que te mantengas motivada e inspirada.
¿Por qué decidiste convertirte en empresaria y tener tu propia clínica?
¿Para…
…crear una vida mejor?
…ayudar a los demás?
…tener más libertad?
Sea cual sea la razón, mantenla fresca en tu mente.
Crea un tablero con tu visión.
Cuelga tus metas en la pared.
Lee o intenta conocer a otras personas que te inspiren.
5. Cree firmemente en lo que estás haciendo.
Si tu “por qué” (tu visión) es sólida y auténtica, no va a haber nada que te pueda impedir vivirla.
Recuérdatelo a diario.
6. Anticípate el «desastre».
Una manera fácil de aumentar tu probabilidad de éxito como directora y empresaria es conocerte bien a ti misma.
¿Sabes cuándo trabajas mejor? Aprovecha esos momentos.
¿Sabes qué es lo que te distrae? ¿Y lo que debes evitar? Protégete contra eso.
Controla el tiempo que pierdes con emails o redes sociales, si son estos tus principales ladrones de tiempo.
Si te resulta difícil realizar tareas de gestión desde la clínica porque no tienes suficiente privacidad, intenta trabajar algunas horas desde casa o acude a un espacio de coworking que te permita fomentar tu productividad.
7. Programa tu trabajo y sigue tu planning a rajatabla.
“Si no lo programas, no existe” dice la prestigiosa coach Marie Forleo.
Empezar un día con un calendario en blanco es una receta para el desastre.
Programa.
Si asignas bloques específicos de tiempo para completar unas actividades específicas, la posibilidad de que las hagas es infinitamente superior.
Lo único que tienes que hacer es cumplir tu propio horario, y si tienes problemas siguiendo tu programación a rajatabla, tendrás que poner en práctica el siguiente consejo.
8. Ríndele cuentas a alguien más.
Pedir ayuda para mantener tu disciplina no significa que seas una persona débil.
Amigas, socias, coaches… Quien sea.
Tener a alguien que te recuerde una promesa o una fecha límite significa que estás dispuesta a hacer lo que sea necesario para conseguir lo que quieres en la vida.
9. Adopta una mentalidad “hazlo ahora”.
“Va, no importa, lo hago más tarde”: esa es la manera más fácil de echar por tierra tu disciplina.
Si te llega una tarea que puedes ejecutar en menos de 10 minutos, hazlo al instante.
Fuera.
No tienes que preocuparte más de eso.
Si aplicas estos principios a tu vida, descubrirás una cantidad increíble de “fuerza de voluntad” que ni te hubieses imaginado que tuvieses.
Los resultados serán muy tangibles.
La disciplina se parece mucho a la formación física. Cuanto más la practiques, más aumentará tu capacidad para ser disciplinada.
¡Ah! Y no te olvides de recompensarte de vez en cuando.
Celebra tus victorias: las grandes y las pequeñas.
El éxito engendra éxito.
Y tú, ¿cómo consigues mantener a tu disciplina a raya?
Te leo en los comentarios 🙂