En los últimos años ha surgido con fuerza una nueva escuela de pensamiento e investigación, de la mano de Juliana Breines y Serena Chen de la Universidad de Berkeley.
Ellas mantienen que la autocompasión es la clave para ser verdaderamente “grandes”.
Seguro que te estás preguntando,
¿Qué diferencia hay entre autoestima y autocompasión? ¿No viene a ser más o menos lo mismo?
La autocompasión nace de un grupo de mujeres que siguen un riguroso proceso científico.
¿Y en qué consiste?
La autocompasión es la voluntad de ver nuestros errores y deficiencias con amabilidad y comprensión.
Es aceptar el hecho de que errar es de humanos.
Cuando aceptas una mentalidad autocompasiva ante la dificultad, ni te juzgas a ti misma con dureza, ni sientes la necesidad de “autohalagarte” para proteger tu ego.
Muchos estudios han demostrado que la autocompasión conduce a mayores niveles de bienestar personal y profesional, una visión más optimista de las cosas, más felicidad, y menos ansiedad y depresión.
Pero ¿y nuestro rendimiento profesional?
Porque, ¿no son las personas que son más duras consigo mismas (y las que quieren ser mejor que las demás) las que tienen más probabilidades de tener éxito?
Para responder a esta pregunta, es importante entender lo que NO es autocompasión.
Que sientas autocompasión hacia ti misma, no significa que no aceptes máxima responsabilidad por tus objetivos profesionales.
De hecho, es muy posible sentir este tipo de sentimiento mientras luchas por conseguir las metas más difíciles.
La diferencia entre la autoestima y la autocompasión no radica en el destino final, sino en cómo nos enfrentamos a los altibajos que nos encontramos a lo largo del camino.
¿Por qué la autocompasión es tan poderosa?
La autocompasión deja a tu ego encerradito en un cajón para que puedas enfrentarte a tus defectos y debilidades sin temor.
La autocompasión te permite obtener una idea realista de tus capacidades y de tus acciones, y averiguar lo que deberías hacer de manera diferente la próxima vez.
Y, ¿cómo puedes aprender a hacer las cosas bien cuando te retuerces de dolor al admitir (incluso a ti misma) que te has equivocado?
Porque, no lo olvides: un día vas a meter la pata.
Y al día siguiente, seguramente también.
Es una verdad ineludible.
Es parte de tu ser: de tu ser personal y de tu ser profesional.
Pero con la autocompasión, te levantarás al caer, te sacudirás, y conseguirás salir hacia delante, habiendo aprendido de tus errores.
Sin revolcarte en la miseria ni castigándote más de lo necesario.
Así que el día que te sientas “plof” por cualquier motivo personal o profesional, prueba a iniciarte en la práctica de la autocompasión, poniendo en marcha el siguiente ejercicio.
Ejercicio de Autocompasión.
Intenta buscar un espacio en el que puedas estar sola y tranquila durante unos minutos.
Céntrate en describir lo que sientes en tu cuerpo, manteniéndote en el presente.
Por ejemplo: “siento ganas de llorar, el corazón me late rápido, tengo un nudo en la garganta, rabia, tristeza…”
Intenta no juzgar ni frenar lo que surja pero, si en cualquier momento sientes que es demasiado, no te fuerces.
Mientras te permites experimentar el malestar, dite a ti misma frases tranquilizadoras usando un tono pausado y cariñoso.
A continuación, recuérdate que no eres la única sintiendo este tipo de sufrimiento, y que todos los seres humanos pasamos por vivencias similares.
Luego, concentra tus energías en adoptar una actitud que te ayude a darte todo el cariño y consuelo que necesitas.
Si te resulta más fácil, puedes imaginar la manera en la que tratarías a un niño que estuviera sufriendo.
Prueba también a sujetar tus brazos o tu cara suavemente.
Al notar el contacto con la piel, tu organismo generará oxitocina, la hormona responsable de hacernos sentir mejor.
Date un abrazo físico o emocional (tú eliges).
Este tipo de ejercicios, que pueden resultarte un poco “frikis” de entrada, son muy poderosos.
Date la oportunidad de ponerlos en práctica, y de descubrir sus beneficios.
Incluso puedes escribir un diario de autocompasión durante al menos una semana.
Escribe en este diario cualquier cosa que te haya hecho sentir mal o que te haya provocado dolor.
De lo que se trata es de tomar conciencia de las emociones negativas que se desencadenan debido a la autocrítica.
Describe cómo te sientes: triste, avergonzada, estresada, asustada, etc. y acepta tu experiencia sin juzgarla.
Después escríbete algunas palabras que te consuelen y te agraden.
Y te estarás dando ese abrazo emocional y autocompasivo que te dará el poder para enfrentarte a todas las situaciones que se te presenten en tu camino (nuevo o no) como líder de tu clínica.
Y tú, ¿cómo afrontas tus errores?
¿Eres una jueza implacable o te tratas con comprensión y cariño? Te leo en los comentarios.