Si le preguntas al mundo empresarial cuál consideran que es la cualidad más importante de una empresaria, ¿sabes qué te responderán?
La pasión.
¿Lo acertaste?
Todos están convencidos de que sin ese amor abrumador por lo que se está haciendo, y que nos lleva a cumplir nuestros sueños sin apenas darnos cuenta, sin esa cualidad, no se puede tener un negocio.
Y tienen razón.
Otros te dirían que necesitas ser una buena líder, siendo capaz de coordinar a tu equipo y guiándolos hacia un objetivo común.
También tendrían razón.
Otros, y nosotras, nos sumamos a un grupo algo “marginado”.
Creemos que la creatividad es, si no el ingrediente Number One de tu clínica… casi, casi.
¿Qué es la creatividad?
Max Wertheimer, uno de los tres fundadores de la psicología Gestalt, sugirió que el pensamiento creativo consiste en descomponer y reestructurar nuestro conocimiento acerca de algo con el fin de obtener nuevas perspectivas sobre este tema.
Otros psicólogos, como Carl R. Rogers, apoyaron este argumento al afirmar que podemos ser creativos aprendiendo a entender cómo pensamos acerca de un tema.
La creatividad es algo que sucede cuando organizamos nuestros pensamientos de manera que nos conducen a una comprensión diferente y mejor del tema o situación que estamos analizando.
Es decir, que no hay que inventar la rueda, hay que pensar en ella desde una perspectiva totalmente distinta.
Y, ¿la creatividad empresarial?
Ser creativa en el ámbito empresarial es tener una imaginación desbordante que te lleve constantemente a innovar y a ver el mundo a través de una lente diferente.
La creatividad te permite salir de la rutina y de los métodos de costumbre, y genera un ámbito fértil para el desarrollo de la innovación.
Para una profesional de la salud inteligente y comprometida como tú, la creatividad no es un lujo: es una destreza fundamental para sobrevivir.
Sé lo que estarás pensando:
Yo no soy creativa. ¡Que me dedico a tratar a mis pacientes!
Y a eso te respondo: No te preocupes, la creatividad se puede aprender.
Aprende a ser creativa de 8 formas diferentes.
Todas tenemos potencial creativo, aunque esté escondido en un rincón perdido del cerebro.
No importa.
Porque el proceso de pensamiento creativo puede ser mejorado y fortalecido.
¿Cómo?
1. Haz garabatos.
¡Jaja! ¿Estás de broma, Ros?
No, para nada.
Sé que siempre se nos ha reprochado el hacer garabatos.
Pero el doodle (o garabato de toda la vida), te ayuda a mantenerte presente y comprometida durante una actividad que de otro modo te haría fantasear.
Suni Brown, autor de La revolución del Doodle, señala que algunos de los grandes pensadores de la historia, desde Henry Ford a Steve Jobs recurrían a los garabatos para darle un empujoncito a su creatividad.
Los garabatos también te pueden ayudar a mejorar la memoria.
Así que, ¡no te cortes! ¡A garabatear por doquier!
2. Apuesta por una mentalidad lúdica y curiosa.
¿Recuerdas cuando eras pequeña y todo lo que veías te generaba ideas y más ideas?
Esa era tu curiosidad natural, sin ningún tipo de inhibiciones.
Esa es la que queremos recuperar.
O sea que, en lugar de juzgar y criticar todo lo que te rodea (incluyendo tus propias ideas), trata de desarrollar esa mentalidad curiosa de niña de manera natural.
Cuando eres pequeña, nada te parece mala idea.
Todo tiene potencial. Las cosas son muy interesantes.
Disfrutas aprendiendo cómo funciona todo y cómo las ideas pueden llegar a convertirse en algo concreto. Ese es un estado verdaderamente maravilloso.
Así que, para inspirar la creatividad en tu clínica, intenta adoptar una mentalidad lúdica y curiosa donde todo tenga su potencial.
Cuidado. Puede que no te resulte fácil.
Es normal.
Hace años que se nos imponen normas, críticas, expectativas, etc. y ahora, te va a ser muy difícil hacer caso omiso a todos estos bloqueos y dejarlos ir.
Totalmente comprensible.
Seguramente te dirás, “Esa ya no soy yo«.
Pero, date permiso para serlo.
Pregúntate, «¿por qué no?» y «¿a qué le tengo miedo?»
Y una vez superes estos temores y preocupaciones, date licencia para recuperar la creatividad infantil y adolescente que tanto vas a necesitar en tu clínica.
3. Apúntate a clases sobre un tema que desconozcas por completo.
La creatividad florece cuando te fuerzas a salir de lo cotidiano y aprender algo nuevo.
¿Por qué no pruebas una clase de pintura, cerámica o redacción?
¿Un nuevo idioma?
¿Un instrumento?
Aunque le dediques un par de horas a la semana, verás cómo te ayuda.
4. Crea el entorno adecuado.
Todos tenemos el poder de ser creativos.
Los niños desbordan energía creativa, en parte porque aún no han aprendido a temer a la crítica de aquellos que les rodean, o no sienten vergüenza ante el fracaso.
Por eso, empresas como Google hacen todo lo posible por proporcionar a sus empleados toda una serie de “bonos” para su entretenimiento, como pistas de voley-playa y cerveza gratis (sí, cerveza gratis).
El objetivo es crear un entorno que permita a los empleados sentirse relajados y cómodos para desarrollar, nutrir y verbalizar ideas creativas, incluso extravagantes.
5. Pausa el brainstorming y mueve el cuerpo.
Se nos solía decir tiempo atrás que una buena sesión de brainstorming o lluvia de ideas era la mejor receta para poner en marcha nuestra creatividad.
Hoy, las perspectivas han cambiado, y de estar sentados en grupo desarrollando ideas para nuestra clínica, hemos pasado a levantar el trasero y movernos.
O sea que, ¡a caminar se ha dicho!
Se ha demostrado que el movimiento físico tiene un efecto positivo en el pensamiento creativo.
Por eso nos sugieren que, al igual que los profesionales del teatro practican sus líneas en diferentes poses y posiciones del escenario para generar nuevos enfoques en su personaje, vayamos de paseo, e intentemos encontrar una solución distinta a nuestro problema en diversos puntos de nuestra caminata.
6. Participa en «flash fiction».
Otro nombrecito en inglés.
Lo siento, pero este te va a interesar.
Flash se refiere al tamaño reducido de los textos que caracterizan a este género.
Y Fiction, pues eso, una narración ficticia.
Existen muchísimos grupos de Flash Fiction en Internet, donde los participantes se dedican a escribir historias de 100 palabras sobre el tema que se les indica.
Ajá.
Sólo 100 palabras.
¿Sencillo?, verdad.
¿Por qué no lo pruebas?
En grupo o por tu cuenta.
Sin ningún tipo de presión, sólo la obligación de compartir la narración creada con alguien.
¡Veras cómo fluye la creatividad!
7. Haz la prueba de los 30 círculos.
Un ejercicio estupendo creado por el investigador Bob McKim.
Coge un trozo de papel y dibuja 30 círculos.
A continuación, intenta dibujar tantos objetos como puedas a partir de esos círculos, en tan sólo un minuto.
Por ejemplo, un círculo podría convertirse en un sol. Otro en un globo, etc.
¿Cuántos objetos puedes hacer en un minuto?
(En este caso domina la cantidad sobre la calidad).
La mayoría de nosotros tenemos dificultades para llegar a los 30, en gran parte por nuestra tendencia a la auto-edición, algo que los niños no tienen.
A veces, incluso el deseo de ser original puede ser una forma de auto-edición.
8. Dramatiza.
La dramatización y los juegos de rol nos pueden ayudar a desarrollar nuevas soluciones a problemas existentes, al ponernos en la piel de ese paciente o proveedor con el que tenemos una disputa.
Y ahora, ¿te animas a probar alguna de estas fórmulas?