Procrastinación.
La palabrita se las trae.
La procrastinación (del latín procrastinare: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro) es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.
También se le conoce como postergación o posposición.
¿Y quién puede resistirse?
¿Cómo se puede decir que «no» a un plan interesante y que sí a una actividad tediosa?
Difícil. Pero necesario.
Aún te diría más: imprescindible.
Porque la procrastinación te impide avanzar. Detiene tus pasos. Te empuja fuera de tu camino hacia el éxito.
Sí, los motivos que tienes son muy «poderosos»: pereza, temor, desconocimiento, incertidumbre, miedo, aburrimiento…
Y decides posponer “ese tema” día tras día y no afrontarlo en el momento.
- Llamar a tu paciente insatisfecho.
- Renegociar las condiciones con tu ortodoncista.
- Visitar ese nuevo laboratorio que está en la otra punta de la ciudad.
- Organizar la avalancha de albaranes y facturas que parece que se reproducen encima de tu mesa.
- Tener esa conversación «incómoda» con tu recepcionista.
- Ponerte de una vez por todas con ese curso de gestión.
Podemos extender la lista hasta el infinito y más allá.
Y también resultas de lo más indulgente: «Total, tampoco es tan urgente», «Bufffff, qué pereza… venga, mañana…», «Con el día que he tenido hoy… No, no estoy de humor para eso ahora»…
Sí, querida, eres una procrastinadora.
Y yo también (ejem…)
Cómo mantener a raya tus ganas de posponer esa tarea tediosa.
Tú, yo, y cualquiera que nos lea, ha sucumbido al poder de la procrastinación.
Pero hay fórmulas que te ayudarán a mejorar esta situación.
1. Ponle nombre al problema.
Te propongo un ejercicio rápido y sencillo.
Coge una libreta o un papel.
Escribe 3 cosas que «no has tenido tiempo de hacer» desde hace una semana. Sí, ya sabes, esas que vas moviendo de día en tu agenda.
¿Las tienes identificadas?
Perfecto.
Ahora piensa detenidamente en ellas.
¿Qué las convierte en tareas tediosas, aburridas, o evitables?
¿Tienen un denominador común? ¿Inseguridad, miedo, desconocimiento?
El primer paso para desterrar la procrastinación de tu vida es identificarla.
Y cuanto más exhaustiva seas con el análisis, mejor podrás hacer frente a los motivos que hay detrás de ella.
2. Afróntalo «sin paños calientes».
Es duro. Lo sé.
Reconocer nuestras debilidades no es plato de buen gusto.
Pero es taaaaaaaan necesario, que hay que hacer ese esfuerzo.
Así que una vez has identificado el problema, actúa.
¿A qué me refiero?
- ¿Has detectado que te sientes insegura al presentar un presupuesto de alto valor? Sigue formándote en ese área para superarlo.
- ¿Te da pereza realizar una tarea porque te roba mucho tiempo y no te gusta? Pide ayuda o delega en otras personas que dominen ese área.
- ¿Te cuesta encontrar el momento para empezar ese curso? Levántate mañana 30 minutos antes y dedícaselos.
- ¿Se te hace un mundo preparar ese manual de procedimientos para la clínica? divídelo en «etapas» para que sea más llevadero.
3. Comprométete.
La falta de compromiso es un mal extendido. Lamentablemente.
Y cuando nos fallamos a nosotras mismas, las consecuencias pueden ser devastadoras.
Así que firma ese compromiso contigo misma.
No puedes (ni debes) fallarte.
Si te planteas que vas a hacer algo, hazlo.
Si tienes que decir algo, dilo.
Y si tienes que ir al fin del mundo, vas.
Porque cuando compruebes que cumples lo que dices, mejorará tu autoestima y te sentirás extremadamente poderosa.
Nadie te podrá detener.
4. Prémiate.
Te lo mereces.
Porque habrás cumplido. Y eso requiere una recompensa.
Tú eliges.
De hecho, te sugiero que guardes en una cajita o en un bote varios papelitos doblados con regalos para ti misma.
Y cuando logres superar esa tarea que tanto te costaba, o alcances esa meta que te habías propuesto, ábrela y coge uno al azar.
No tiene por qué costar mucho dinero. O sí…
De lo que se trata es de que seas capaz de mimarte a ti misma (porque se nos olvida demasiado a menudo).
5. Evita que se repita.
La procrastinación es una gran enemiga de la buena gestión del tiempo.
Una excelente manera de mantenerla a raya es «cazarla al vuelo».
Identificarla desde el principio. Frenarla antes de que te robe tiempo.
Para ello te recomiendo que hagas una reunión contigo misma (o introspección, si lo prefieres) de manera semanal o mensual.
Y no puedes fallar a la cita.
Se trata de hacer un balance de las situaciones que has identificado, cómo las has gestionado y de qué manera puedes seguir mejorando para evitarlas.
No olvides que la procrastinación se «disfraza» de excusa, pretexto, desgana, cansancio, etc. y tú tienes que desenmascararla.
¿Y qué dice la ciencia de todo esto?
Sí, la ciencia tiene mucho que decir sobre procrastinación.
Los investigadores de la Universidad de Colorado realizaron un estudio que avala la teoría de que la procrastinación puede estar «escrita» en nuestros genes.
¿Cómo llegaron a esta conclusión? Analizando el comportamiento de 181 pares de gemelos idénticos y 166 pares de mellizos.
El objetivo era probar su inclinación tanto a la impulsividad como a la procrastinación.
Cuanto más idénticos eran los sujetos (gemelos idénticos), más similitud mostraban en su tendencia a procrastinar (o no hacerlo).
Es por eso que cobra fuerza la influencia de la herencia genética y no tanto los factores externos.
Por otro lado, los científicos de la Universidad de Constanza (Alemania) liderados por Sean McCrea, han llegado a la conclusión de que las personas se comportan así porque creen que el día de mañana será más adecuado para poner en práctica lo planeado.
Piers Steel, investigador de la Universidad de Calgary, ha desarrollado incluso una fórmula, ¿te imaginas?
Y para que no te quedes con la intriga, aquí la tienes: U=EV/ID.
U es la Utilidad de la tarea una vez realizada, y su valor es proporcional al producto de las Expectativas (E) por el valor que le concedemos a terminar esa tarea (V), e inversamente proporcional a la inmediatez (I) y a la sensibilidad de cada persona a los retrasos (D).
Así que, según esta fórmula, las tareas que queremos hacer mejor y a las que les damos más importancia son las que postergamos con más frecuencia.
Y es que, según Steel, lo que esconde la procrastinación es un exceso de perfeccionismo.
Personalmente, y en base a mi propio comportamiento, me identifico más con Mr. McCrea y su conclusión de creer que «el día de mañana será más adecuado para poner en práctica lo planeado».
¿Y tú? ¿Qué pospones y por qué?
Te leo en los comentarios.